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Esperar 9 meses. Semana a semana, luna a luna. Construir un nido de amor, ramita a ramita. Ver crecer la impaciencia y la barriga. Dar nombre y nombrar al mundo. Que esa vida que crece sepa que hay palabras para decir cielo y amor y te amamos antes de que llegues. Un libro para conjurar toda la fuerza que empuja la vida. Poemas para esperarte.
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Durante la Gran Depresión en Estados Unidos, muchas mujeres fueron contratadas como bibiliotecarias. Como en Kentucky, en la zona de los Apalaches, las viviendas estaban muy dispersas, se pensó que lo mejor sería distribuir los libros a caballo. Las bibliotecarias se convirtieron para estas personas que vivían tan aisladas y en medio de la pobreza, en la visita más deseada. Los libros que les traían les abrieron puertas y ventanas a mundos imaginarios, mejoraron sus conocimientos, su higiene, su alimentación. Les dieron a conocer su país y el mundo entero.
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Cuando mamá llevaba trenzas ha obtenido múltiples reconocimientos desde su publicación. Es un álbum cargado de nostalgia que nos adentra en una infancia no demasiado lejana pero que las generaciones actuales apenas conocen. Una tarde de lluvia una niña descubre por casualidad una caja con los recuerdos que su madre atesoró hace años, iniciando un viaje a un pasado muy diferente y no tan lejano. Cuando mamá llevaba trenzas es un trabajo sobre el paso del tiempo, los cambios que nos afectan y las oportunidades por llegar. Este álbum es una mirada a la infancia en un pasado cronológicamente no demasiado lejano, pero muy distinto por los grandes cambios producidos en un tiempo muy breve. En el adulto puede producir nostalgia; en el niño actual, curiosidad y conocimiento. Sin valoraciones, quiere ser un puente para el diálogo intergeneracional, e incide en las posibilidades de construcción de la identidad desde el tiempo que a cada cual le corresponde vivir. Cuando mamá llevaba trenzas fue premiado por la Fundación Cuatrogatos el año 2019.
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El secreto del hombre tatuado es que su piel siempre tiene una historia que contar. A veces, son las mismas historias. A veces, las historias cambian. A veces lo que cambia son los dibujos. Pasear por el parque siempre es una delicia porque puedes hacer muchísimas cosas. Una de las más divertidas es visitar al hombre tatuado, que esconde en su piel las más increíbles historias. Marina Montero y Concha Pasamar construyen un relato espectacular ambientado en los principios del pasado siglo XX, donde cada uno de los múltiples dibujos del hombre tatuado parece dirigirse a cada una de las personas que se arremolinan en torno a él y a sus historias.
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La recientemente elegida académica de la Lengua Paloma Díaz-Mas nos ofrece en estos Romances de la Rata Sabia una versión renovada del romancero. Es este el primer acercamiento de la prestigiosa autora a la literatura infantil y ha elegido para ello el campo en el que es especialista (durante años ha investigado en el CSIC sobre el romancero y la literatura de tradición oral, principalmente sefardí). En los 16 romances que componen el libro se tratan temas de diferente índole, todos actuales y destinados a la infancia, con un lenguaje contemporáneo en el que se entremezclan los recursos y giros del repertorio tradicional, siempre reconocibles. Es este, pues, un nuevo eslabón en una de las tradiciones más antiguas y populares de las letras hispánicas: el romancero, que sigue aquí ampliándose para llegar una vez más a los lectores más jóvenes con asuntos que les resultarán cercanos en la forma natural y pegadiza de siempre. En un juego con este tono clásico y a la vez moderno que rezuma el romancero, Concha Pasamar ha elaborado para la ocasión unas preciosistas ilustraciones a base de estampaciones y estarcidos con tinta en una paleta muy reducida de colores, con un resultado que es también un guiño a la tradición impresa de los géneros populares.
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A través de los cambios con que la nueva estación arropa la naturaleza y nuestras pequeñas rutinas, este álbum anima a vivir cada momento en su belleza, a la vez sencilla y profunda. Tiempo de otoño es un álbum atemporal que recorre la belleza de los momentos aparentemente insignificantes y anima a vivirlos desde una mirada atenta al presente. Esa consciencia de lo pequeño que consigue suspender la fugacidad del instante se muestra aquí en un breve itinerario por los estímulos y sensaciones que la llegada del otoño provoca en la protagonista. Los cambios en el entorno y la naturaleza, que modifican también nuestras rutinas diarias, se presentan en un lenguaje poético, con ilustraciones en las que los colores se dosifican y acompañan un dibujo suelto y expresivo a carboncillo. La paleta cálida y la técnica natural refuerzan así el sentido de los textos que, sin mencionarlo, apuntan al hecho de que vivir es un recorrido en el tiempo. Este no es sino una sucesión de pequeños presentes llenos de sentido.