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Sin stockEn este abecedario cada letra representa un sentimiento. A través del niño protagonista, uno va explorando el mundo de las emociones. Las ilustraciones de Madalena Moniz suman una experiencia visual a este viaje de descubrimiento.
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Cuando miramos un árbol, ¿alguna vez nos imaginamos que fue una semilla? Resulta sorprendente saber que ese bello e intrincado despliegue de ramas y hojas tenga su origen en algo tan pequeño.
¡A viajar, semillas! abre un huequito en la tierra y con él, una oportunidad de espiar algo de ese misterio. Las semillas no se quedan quietas: vuelan, nadan, flotan. Esperan, se esconden, caen. Viajan. Esa vida dentro de ellas quiere nacer. Y en su interacción con todo lo bueno de este mundo -el sol, el aire, el agua, los animales, los insectos- buscan el camino para sembrarse; para encontrar un hogar donde brotar, hacerse fuertes y crecer.
Con las ilustraciones, Lorena Ruiz hace un homenaje a la geometría vegetal: hay semillas, hojas, flores e insectos que forman tramas de hermosos colores y texturas. Cada escena del libro nos cuenta una pequeña «biografía»: de las semillas del roble, del serbal, del arce, de la magnolia, entre otras, revelando así lo brillante y compleja que es la naturaleza.
Al final del libro, la autora ofrece un apéndice de información científica sobre los viajes de las semillas, cómo germinar un árbol y la importancia de éstos para la vida en nuestro planeta. -
Los recuerdos de los buenos momentos pasados con el abuelo Luis y el abuelo Juan bailan y se entrechocan en la cabeza de este osito. Tuvo que inventarse, entonces, un jardín sin pulgones, sin ortigas, reino de los caracoles y de las golondrinas, un jardín como una casa para saborear los recuerdos y no olvidarlos. “El jardín de los osos” es un libro valiente, sensible, que aborda uno de los temas difíciles en el universo de los niños: «la perdida de un ser querido», y con ello la necesidad de recuperar los recuerdos y vivencias. Su historia, construido desde la ficción, es tan optimista como realista. Es una obra bella, delicada, con un trabajo de ilustración notable.
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¿Puede ser que un día la nariz se canse de oler? ¿Los ojos, de ver, la boca, de gustar? ¿Los oídos, de escuchar? Y si eso, por algún extraño motivo, ocurriera: ¿qué pasaría con los sentidos? ¡Menuda confusión!
Dylan Hewitt pensó esta divertida y emocionante idea. ¡Y la hizo realidad! A partir de una nariz aburrida de hacer siempre lo mismo, despliega un mundo de nuevas sensaciones, delirantes, coloridas, inspiradoras. Y no es la única: es la nariz la que abre la posibilidad para que los ojos, las orejas y la boca puedan intercambiar sus roles tradicionales y prueben percibir el mundo desde estas nuevas perspectivas, totalmente novedosas.
¿A tu nariz le gusta la música? es un libro original y sorprendente, que estimula la imaginación e invita a jugar con los sentidos de una manera libre e infinita. -
Sin stockLa abuela de León no está igual que siempre. Su mamá se lo advirtió antes de que fuera a visitarla. Y León se da cuenta. Son pequeños gestos, nada demasiado obvio. Pero para él, esta abuela que se ríe, que mete los pies y las manos en la tierra y que cuenta historias increíbles no es rara, ¡es genial!
«Mi abuela tiene un león» es una historia tierna y emocionante, que habla sobre la pérdida de memoria y las confusiones que a veces atraviesan los mayores, asociadas a la vejez; sobre cómo percibimos los cambios y la capacidad de los más chicos para recibir con amor y alegría aquellas cosas que la vida -y las relaciones- les proponen. Sin prejuicios, con naturalidad y cariño. María Elina escribió e ilustró este relato simple y bello que pone de manifiesto la importancia del amor, por sobre todas las cosas. Y cuán maravillosa puede ser la relación entre los pequeños y los mayores. -
A veces se quiere mucho, mucho algo. Tanto, que no alcanza el mundo para contener todas esas ganas. «Mi gato» cuenta la historia de una niña que sueña con tener una mascota. Específicamente, gatito. Pero no es tan sencillo: vive en un departamento pequeño, su mamá y su papá no están para nada convencidos -¡qué difíciles pueden ser los adultos a veces!- y no alcanzan las cartas, las promesas ni los berrinches para torcer el destino. Pero a veces las cosas pasan de manera misteriosa -y oportuna-: hay un viaje, un pajarito herido y una revelación que cambiará para siempre su manera de ver las cosas. La libertad y el amor se encuentran y se anudan, tejiendo una nueva manera de ver el mundo… y a los animales.
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Sin stockNoah quiere tener una casita. Una que sea toda suya. En la que entren sus amigos. Y sus juguetes. La construirá él solo, en un árbol muy alto, muy enorme. ¿Cómo hará? Noah sabe: con madera, tornillos y mucha determinación. ¿Y luego? Y luego, la disfrutará. Pero… (es que siempre hay un “pero” en los cuentos), ¿qué pasa si hay un peligro -dientudo, peludo, que da miedo- acechando? Noah sabe, pues él tiene respuestas para todo. Porque esa casitamía es mucho más que una casa: es un refugio, una cocina que huele rico, una cama mullida, un sitio donde la imaginación germina y los miedos se vuelven pequeños, muy pequeños. Y Noah, cada vez más grande, poderoso y valiente.
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Sin stock¿Qué pasa con la noche, que no llega? ¿Estará ocupada? ¿Cómo se reconoce a la noche, cuándo llega? Para cuando llegue la noche, una mamá y una hija tienen un plan. Y mientras la noche viene (¿por dónde? ¿en silencio, haciendo ruido?), la pequeña va llenándose de preguntas que son suyas y, al mismo tiempo, universales. A medida que pasa el tiempo, aunque ella no lo note, hace un recorrido curioso y emotivo buscando esa noche que no llega y que traerá, al fin, el momento que más espera. ¿Será una noche de cine o será, quizá, una noche proyectada de estrellas? María José de Telleria escribió e ilustró, con sensibilidad y dulzura, esta hermosa historia sobre el tiempo, la noche estrellada y las sorpresas que podemos encontrar cuando nos dedicamos a contemplar aquello que nos rodea.
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Sin stockA despertarse! Es un hermoso día de sol. En su original transcurrir por las actividades del día -desde el desayuno hasta el cuento de las buenas noches-, oscila con ternura entre las emociones y las sensaciones que experimentan los niños y las niñas en cada actividad de la jornada, haciendo un delicado contraste entre los sentimientos y su real importancia. El desayuno que inaugura el día se convierte en una gigantesca y tentadora rodaja de pan untada con dulce; la escuela es grandísima, igual que las palabras -no así las letras, que se encadenan como hormiguitas, unas tras otras-. Un charco de agua ¿no es acaso la oportunidad para disfrutar de una felicidad enorme? ¿Y cuán pequeño parece un tenedor cuando el hambre es grandísimo? En ese juego de opuestos, este cuento se atreve a sumergirse, ir un poco más allá y proponer que la medida real de las cosas está más relacionada con lo que nos provocan que con su tamaño y el espacio que ocupan en el mundo.
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Sin stockNoah quiere tener una casita. Una que sea toda suya. En la que entren sus amigos. Y sus juguetes. La construirá él solo, en un árbol muy alto, muy enorme. ¿Cómo hará? Noah sabe: con madera, tornillos y mucha determinación. ¿Y luego? Y luego, la disfrutará. Pero… (es que siempre hay un “pero” en los cuentos), ¿qué pasa si hay un peligro -dientudo, peludo, que da miedo- acechando? Noah sabe, pues él tiene respuestas para todo. Porque esa casitamía es mucho más que una casa: es un refugio, una cocina que huele rico, una cama mullida, un sitio donde la imaginación germina y los miedos se vuelven pequeños, muy pequeños. Y Noah, cada vez más grande, poderoso y valiente.
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¿Qué pasa con la noche, que no llega? ¿Estará ocupada? ¿Cómo se reconoce a la noche, cuándo llega?
Para cuando llegue la noche, una mamá y una hija tienen un plan. Y mientras la noche viene (¿por dónde? ¿en silencio, haciendo ruido?), la pequeña va llenándose de preguntas que son suyas y, al mismo tiempo, universales.
A medida que pasa el tiempo, aunque ella no lo note, hace un recorrido curioso y emotivo buscando esa noche que no llega y que traerá, al fin, el momento que más espera. ¿Será una noche de cine o será, quizá, una noche proyectada de estrellas?
María José de Telleria escribió e ilustró, con sensibilidad y dulzura, esta hermosa historia sobre el tiempo, la noche estrellada y las sorpresas que podemos encontrar cuando nos dedicamos a contemplar aquello que nos rodea. -
¡A despertarse! Es un hermoso día de sol. En su original transcurrir por las actividades del día -desde el desayuno hasta el cuento de las buenas noches-, oscila con ternura entre las emociones y las sensaciones que experimentan los niños y las niñas en cada actividad de la jornada, haciendo un delicado contraste entre los sentimientos y su real importancia. El desayuno que inaugura el día se convierte en una gigantesca y tentadora rodaja de pan untada con dulce; la escuela es grandísima, igual que las palabras -no así las letras, que se encadenan como hormiguitas, unas tras otras-. Un charco de agua ¿no es acaso la oportunidad para disfrutar de una felicidad enorme? ¿Y cuán pequeño parece un tenedor cuando el hambre es grandísimo? En ese juego de opuestos, este cuento se atreve a sumergirse, ir un poco más allá y proponer que la medida real de las cosas está más relacionada con lo que nos provocan que con su tamaño y el espacio que ocupan en el mundo.