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Sin stock«Cuando salgo de casa, todo me resulta difícil.Siento un cosquilleo que no deja de sonar, y cada paso que doy es un triunfo.»Comunicarse no es tan fácil como parece. A veces hay que realizar un gran esfuerzo y armarse de valor. A nuestro protagonista le gustaría poder saludar al panadero, a su vecina Ana o a la señora Antonia... pero cuando lo intenta se le acelera el corazón y le sudan las manos.
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Isabel tiene una rutina que cumple al pie de la letra: los jueves a las cinco de la tarde, peinada y vestida con esmero, saca la porcelana del vajillero y pone una mesa elegante debajo de una pérgola perfumada de rosas y jazmines. Ordena cada pieza del juego tal como le enseñó su abuela Ana. ¡Hasta parece que escucha su voz! Así recibe a sus amigas, tan coquetas como ella, para tomar el té. Pero algo falla: de pronto ese hábito les resulta aburrido. Isabel bosteza. Un bostezo enorme, inesperado, fuera de lugar en una mesa tan delicada. Y es entonces, con el bostezo, que se produce la magia. La rutina se disuelve como un terrón de azúcar, y la anfitriona y sus amigas descubren las maravillas que escondía aquel juego de tazas (¿lo sabría la abuela Ana?).
Un cuento sobre los rituales, la irrupción del juego y la espontaneidad que, de yapa, incluye la receta de los scones que cada jueves cocina Isabel. -
Cuando miramos un árbol, ¿alguna vez nos imaginamos que fue una semilla? Resulta sorprendente saber que ese bello e intrincado despliegue de ramas y hojas tenga su origen en algo tan pequeño.
¡A viajar, semillas! abre un huequito en la tierra y con él, una oportunidad de espiar algo de ese misterio. Las semillas no se quedan quietas: vuelan, nadan, flotan. Esperan, se esconden, caen. Viajan. Esa vida dentro de ellas quiere nacer. Y en su interacción con todo lo bueno de este mundo -el sol, el aire, el agua, los animales, los insectos- buscan el camino para sembrarse; para encontrar un hogar donde brotar, hacerse fuertes y crecer.
Con las ilustraciones, Lorena Ruiz hace un homenaje a la geometría vegetal: hay semillas, hojas, flores e insectos que forman tramas de hermosos colores y texturas. Cada escena del libro nos cuenta una pequeña «biografía»: de las semillas del roble, del serbal, del arce, de la magnolia, entre otras, revelando así lo brillante y compleja que es la naturaleza.
Al final del libro, la autora ofrece un apéndice de información científica sobre los viajes de las semillas, cómo germinar un árbol y la importancia de éstos para la vida en nuestro planeta.