Cuando los amigos de Paula quieren que haga algo en particular, ella protesta: no quiere vestirse para la fiesta, no quiere irse a dormir cuando toca. Cada vez que se niega, sus amigos la fuerzan a hacer lo que ellos quieren. Al final del cuento vemos cómo uno no puede ser testarudo por sí mismo. Siempre hay una segunda persona que también actúa de forma testaruda.