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Estoy muy contento. Hacía tiempo que quería un cachorro y por fin lo he conseguido. Pero mi nuevo amigo tiene costumbres muy extrañas: no le gusta el pienso, se niega a dormir en la caseta y encima, ¡ocupa demasiado espacio en el sofá! Pero lo quiero mucho, así que tendré que acostumbrarme a sus manías...
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Lo que es bueno para mí, es bueno para mi pueblo, dijo un rey famoso. Y Felicio, un día de mucho viento, pensó lo mismo al encontrar una corona y ponérsela. ¡De pronto se había convertido en rey!. Menuda vida le esperaba: cacerías, paseos por los jardines reales, recepción de embajadores... Una fábula irresistiblemente divertida y filosófica sobre la gran cuestión del poder y sus excesos.