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Dos amigos se desafían a pasar la noche en el zoo con la sola compañía de los animales que allí viven. Lo que no imaginan es que los animales por la noche tienen la capacidad de hablar y les van a contar historias que nunca podrán olvidar. Rodari se divierte construyendo con estas historias una cadena de cuentos dónde, por supuesto, la historia final está hábilmente unida a la primera. Al mismo tiempo, cada historia se mantiene sola, independiente de las otras, en una simple pero ingeniosa estructura, donde la libertad y la imaginación son la única regla. Las bellísimas ilustraciones de Maite Mutuberria recogen la complejidad de la vida de estos animales, divididos entre la comodidad que les supone habitar en el zoo y su ansia de vivir en libertad.