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Todas las personas merecemos ser respetadas y valoradas. Independientemente de dónde hayamos nacido, de cuánto tengamos, de lo que creamos o pensemos, de que caminemos con las piernas o en una silla de ruedas, de cuál sea nuestro sexo, de a quién amemos, de cuál sea el color de nuestra piel o la edad que tengamos… Todas las vidas son importantes y merecemos vivirlas satisfactoriamente.