Es indiscutible que la investigación se constituye en una necesidad vital y permanente del ser humano, quien aspira al conocimiento, en busca de la verdad y el sentido de la vida. Por eso aplica la razón, de manera espontánea o intencional, a fin de tratar de esclarecer qué es real y cierto y qué es una ilusión o un error (Morín, 2001). En el campo académico, la investigación se convierte en una acción intencional y llega a ser científica si se realiza siguiendo un método de rigurosa verificación y teniendo como meta producir conocimientos nuevos, considerados así desde algún punto de vista.