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Vuelven la Tortuga y el Erizo con un nuevo cuento sobre la amistad y la empatía. Tortuga estaba enfadada. Quería escalar una roca, pero se ha caído y se ha quedado boca arriba. ¿Y ahora qué? Parece que todo el mundo sabe lo que debería de hacer, pero ella no está de humor para consejos, ni tampoco para abrazos. Su amigo Erizo tiene mucha paciencia, pero ¿logrará que por fin vuelva a reírse? «Había tantas cosas que Tortuga quería hacer... jugar a muchos juegos y escalar muchas rocas y... ¡ay! -
Llega la tercera parte del éxito Hasta que podamos abrazarnos. El invierno se le había hecho muy largo a Erizo. Porque había pasado mucho tiempo sin Tortuga, su amiga del alma. Estaba de lo más contento de volver a ver a otros amigos; pero ¿y Tortuga? ¡Él quería abrazarla! ¿Dónde se había metido? -
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Erizo está triste. Tan triste como se puede sentir un erizo. Tan triste, que solo hay una cosa que puede animarle: un abrazo. Pero ningún animal quiere abrazarlo. A Tortuga le pasa exactamente lo mismo. Lechuza les explicará que el problema es que Erizo es demasiado puntiagudo y Tortuga demasiado huesuda. ¿Conseguirán que alguien los abrace?
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